Según datos preliminares, que nadie sabe, ni nadie informa, ni nadie pregunta y/o investiga de donde salieron (debe ser el proclamado “cambio” en la política comunicacional que le dicen) que se dice que dijeron que habrían dicho que la reconstrucción del país post terremoto costaría del orden de los 30.000 millones de dólares. Asumamos por un segundo que las altas esferas calculísticas del país fueron capaces en base a las máximas de Harvard, Chicago, Oxford y también Manchester, Real Madrid y Tricolor de Paine de dimensionar, en base a los siguientes principios econométricos: penseque, creíque, masomenosque, capazque de llegar a la cifra mencionada con una aproximación de un 99,98% de certeza, lo que de por sí es un logro a aplaudir, y sobre esos datos duros se instala en las mentes políticas pensantes del país cuál sería la mejor manera de conseguir esos dineros para reconectar Chile, mejorar las comunicaciones, inyectar optimismo, darle unas mediaguas que parezcan tres cuartos de agua (mucho más dignas que una mitad) , crecer al 27 % y generar 4 millones de empleos. Algunos de los argumentos son: Royalty a la minería, subir los impuestos, usar un poquito de los enormes excedentes que existen en el exterior y, la más probable, pedir préstamos a diestra y siniestra, que será más bien a la diestra porque a la siniestra la desalojaron del gobierno recién.
Las preguntas que me surgen frente a esto son las siguientes:
- ¿Quién, cómo, cuándo y en base a qué calculó la cifra?
- ¿Los 30.000 incluyen la reconstrucción de las carreteras concesionadas, por las cuales pagamos por cada pasada, incluso después de su colapso, lo que implica que el fisco nos hace deudores indirectos, las reconstruye gratis y nos siguen cobrando, o sea, todos contribuiremos dos veces a sus ganancias destempladas?
- ¿Estos millones contemplan también la “reconstrucción” de las líneas de distribución eléctrica, por la cual pagamos, incluso cuando el servicio está interrumpido?
- ¿Me imagino que en la generosidad, también está contemplado mejorar la red de comunicaciones telefónicas, que en este caso, de ser así, sería el mismo caso de las carreteras concesionadas?
- ¿Porqué pedir plata prestada y no tocar lo que está guardado para situaciones extraordinarias en el extranjero, pagando intereses y trayendo los dineros a través de la banca privada y algo a través del Banco del Estado, que a estas alturas es más o menos lo mismo, cobrando intereses sobre los intereses, proyección de riesgo, ganancia y gastos de los miles de ejecutivos de estas instituciones?
- ¿Por qué aparecen otros informes cuestionando fuertemente la cifra y bajándola a apenas 8.000 millones de dólares?
- Y por último, pero no al final ¿Quienes serán las patrióticas mentes que definirán los destinos y las prioridades de los dineros conseguidos, suponiendo que no tienen ninguna ligazón con las constructoras, las concesionarias, las empresas de acero y etc., etc., etc., sabiendo que después de las prebendas, las grandes prioridades son sociales y no de negocios?
Me queda, en definitiva, la preocupación que la tragedia no es más que una buena plaza de negocios y que ni gobierno ni oposición tiene en mente discutir la verdad de la vienesa, sino que simplemente la urgencia de poner la vienesa en un pan y comerse un rico hot dog.
Ricardo Farrú












