viernes, 21 de mayo de 2010

Sueldo ético, inmoralidad pelotuda

Los economistas somos los campeones de buscar formulas para cumplir con una parte de la denominación de nuestros estudios que pomposamente se describe como: distribuir bienes escasos entre necesidades múltiples, pero convenientemente olvidamos la que dice que: la economía es una ciencia social, por lo tanto reducimos el objeto de nuestros estudios, los Homus Erectus Chilensis, que son los que habitan entre los fiordos donde vivió Robinson Crusoe sirviéndole pisco sour a Pablo Neruda y el desierto, mata de Tatán florido, donde Pablo de Rokha convivía con la Gabriela Mistral y escribieron Oda a la Cebolla de Lucho Barrios, a números y complicaciones econométricas sin sentido para la mayoría. La verdad es que nos podemos dar el lujo asiático de decir cualquier burrada en difícil y vendérsela a los políticos, que son compradores de éstas por kilos, en la medida que les suene bonito, complejo, funcional y afín a los dizque intereses que dicen representar
La mezcla explosiva de ambos actores, políticos y economistas es capaz de producir bombas de alto impacto tales como la del “sueldo ético”.
Nadie sabe de qué se trata, pero suena bonito. La esencia de este invento es maravillosamente antiética, por lo tanto perfecta para las masas.
De lo que se trata es de mantener sueldos bajitos, pero dar “cositas” que complementen, tales como apoyo a la educación, si es que los niños logran llegar al colegio, apoyo con la colación, ídem anterior y si es que, obviamente, les llegara a dar hambre y otras prebendas semejantes, como que estos no fueran derechos per se de cualquier persona humana (frase repetida por muchos, que supone humanos que no son personas, o sea humanoides, o personas que no son humanos, o sea directamente vacas) y hartas comisiones, ¡!!Qué inventazo más perfectamente inútil Michelle!!! que deciden quien se portó bien y le toca la bicoca y quien se portó mal y le toca el dedo pelado en la boca.
Entonces, este invento es como el cuento del tío, suena perfecto, pero es estafa.
La verdadera moralidad estaría en pagar sueldos decentes, calculando cosas básicas, como comer, vestirse, diversión, educación (de verdad) y salud.
Propongo que por un año lo hagamos al revés, los que pagan, que vivan con sueldos éticos y los que son pagados, que vivan con sueldos empresariales. Capaz que después de eso, los que lo crearon y hablan de él como la panacea universal, descubran que, efectivamente, no es más que una pelotuda e inmoral aberración, pero los que cambiaron de lugar hayan llegado a la conclusión que ese es el mundo perfecto y no lo quieran revolucionar.

Ricardo Farrú